sábado, 28 de enero de 2017

Esta nota fue enviada por Martí a Máximo Gómez el mismo día de su muerte desde el campamento de La Vuelta Grande





19 de Mayo, 1895.

Sr. General Máximo Gómez:

Como a las cuatro salimos, para llegar a tiempo a la Vuelta, a donde pasó desde las diez la fuerza de Masó, a acampar, y reponer su muy cansada caballería: desde anoche llegaron. No estaré tranquilo hasta no verlo llegar a Vd. Le llevo bien cuidado el jolongo.

La fuerza aunque sin animales útiles, hubiera querido salir a seguirlo en la busca del convoy; pero temían confundirse en idas y venidas, en vez de serle útil. Mucho ha violentado a Masó el viaje inútil a la Sabana.

Su

José Martí

Carta de José Martí a Máximo Gómez, 20 de julio de 1982


New York, 20 de Julio de 1882

Sr. General Máximo Gómez:

Sr. y amigo:

El aborrecimiento en que tengo las palabras que no van acompañadas de actos, y el miedo de parecer un agitador vulgar, habrán hecho sin duda, que Vd. ignore el nombre de quien con placer y afecto le escribe esta carta. Básteme decirle que aunque joven, llevo muchos años de padecer y meditar en las cosas de mi patria; que ya después de urdida en New York la segunda guerra, vine a presidir,-más para salvar de una mala memoria nuestros actos posteriores que porque tuviese fe en aquello, -el Comité de New York; y que desde entonces me he ocupado en rechazar toda tentativa de alardes inoficiosos y pueriles, y toda demostración ridícula de un poder y entusiasmo ridículo, aguardando en calma aparente los sucesos que no habían de tardar en presentarse, y que eran necesarios para producir al cabo en Cuba, con elementos nuevos, y en acuerdo con los problemas nuevos, una revolución seria, compacta e imponente, digna de que pongan mano en ella los hombres honrados. La honradez de Vd., General, me parece igual a su discreción y a su bravura. Esto explica esta carta.

Quería yo escribirle muy minuciosamente sobre los trabajos que llevo emprendidos, la naturaleza y fin de ellos, los elementos varios y poderosos que trato ya de poner en junto, y las impaciencias aisladas y bulliciosas y perjudiciales que hago por contener. Porque Vd. sabe, General, que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla. Pero mi buen amigo Flor Crombet sale de New York inesperadamente, antes de lo que teníamos pensado que saliese: y yo le escribo, casi de pie y en el vapor, estos renglones, para ponerle en conocimiento de todo lo emprendido, para pedirle su cuerdo consejo, y para saber si en la obra de aprovechamiento y dirección de las fuerzas nuevas que en Cuba surgen ahora sin el apoyo de las cuales es imposible una revolución fructífera, y con las cuales será posible pronto-piensa Vd. como sus amigos, y los míos, y los de nuestras ideas piensan hoy.-Porque llevamos ya muchas caídas para no andar con tiento en esta tarea nueva. El país vuelve aún los ojos confiados a aquel grupo escaso de hombres que ha merecido sus respeto y asombro por su lealtad y valor: importa mucho que el país vea juntos, sensatos ahorradores de sangre inútil, y prevedores de los problemas venideros, a los que intentan sacarlo de su quicio, y ponerlo sobre quicio nuevo.

Por mi parte, General, he rechazado toda excitación a renovar aquellas perniciosas camarillas de grupo de las guerras pasadas, ni aquellas jefaturas espontáneas, tan ocasionadas a rivalidades y rencores: sólo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado aparezcan unidas por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable, todos aquellos hombres abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tengan modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa, y de cambiar en la hora precisa la palabra por la espada.

Yo estaba esperando, Sr. y amigo mío, a tener ya juntos y de la mano algunos de los elementos de esta nueva empresa. El viaje de Crombet a Honduras, aunque precipitado ahora, es una parte de nuestros trabajos, y tiene por objeto, como él le explicará a Vd. largamente, decirle lo que llevamos hecho, la confianza que Vd. inspira a sus antiguos Oficiales, lo dispuesto que están ellos-aun los que parecían más reacios-a tomar parte en cualquier tentativa revolucionaria, aun cuando fuera loca, y lo necesitado que estamos ya de responder de un modo oíble y visible a la pregunta inquieta de los elementos más animosos de Cuba, de los cuales muchos nos venían desestimando y ahora nos acatan y nos buscan. Antes de ahora, General, una excitación revolucionaria hubiera parecido una pretensión ridícula, y acaso criminal, de hombres tercos, apasionados e impotentes: hoy, la aparición en forma serena, juiciosa de todos los elementos unidos del bando revolucionario, es una respuesta a la pregunta del país. Esperar es una manera de vencer. Haber esperado en esto, nos da esta ocasión, y esta ventaja. Yo creo que no hay mayor prueba de vigor que reprimir el vigor. Por mi parte, tengo esta demora como un verdadero triunfo.

Pero así como el callar hasta hoy ha sido cuerdo, el callar desde hoy sería imprudente. Y sería también imprudente presentarse al país de otra manera que de aquella moderada, racional y verdaderamente redentora que espera de nosotros. Ya llegó Cuba, en su actual estado y problemas, al punto de entender de nuevo la incapacidad de una política conciliadora, y la necesidad de una revolución violenta. Pero sería suponer a nuestro país un país de locos, exigirle que se lanzase a la guerra en pos de lo que ahora somos para nuestro país, en pos de un fantasma. Es necesario tomar cuerpo y tomarlo pronto, y tal como se espera que nuestro cuerpo sea. Nuestro país abunda en gente de pensamiento, y es necesario enseñarles que la revolución no es ya un mero estallido de decoro, ni la satisfacción de una costumbre de pelear y mandar, sino una obra detallada y previsora de pensamiento. Nuestro país vive muy apegado a sus intereses, y es necesario que le demostremos hábil y brillantemente que la Revolución es la solución única para sus muy amenguados intereses. Nuestro país no se siente aún fuerte para la guerra, y es justo, y prudente, y a nosotros mismos útil, halagar esta creencia suya, respetar este temor cierto e instintivo, y anunciarle que no intentamos llevarle contra su voluntad una guerra prematura, sino tenerlo todo dispuesto para cuando él se sienta ya con fuerzas para la guerra. Por de contado, General, que no perderemos medios de provocar naturalmente esta reacción. Violentar el país sería inútil, y precipitarlo sería una mala acción. Puesto que viene a nosotros, lo que hemos de hacer es ponernos de pie para recibirlo. Y no volver a sentarnos.

Y aun hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente. Pero como esa es la naturaleza humana, no hemos de ver con desdén estoico sus tentaciones, sino de atajarlas.

¿A quién se vuelve Cuba, en el instante definitivo, y ya cercano, de que pierda todas las nuevas esperanzas qué el término de la guerra, las promesas de España, y la política de los liberales le han hecho concebir? Se vuelve a todos los que le hablan de una solución fuera de España. Pero si no está en pie, elocuente y erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus propósitos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país-¿a quién ha de volverse, sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces? ¿Cómo evitar que se vayan tras ellos todos los aficionados a una libertad cómoda, que creen que con esa solución salvan a la par su fortuna y su conciencia? Ese es el riesgo grave. Por eso es llegada la hora de ponernos en pie.

A eso iba, y va, Flor Crombet a Honduras. Querían hacerle picota de escándalo, y base de operaciones ridículas. El tiene noble corazón, y juicio sano, y creo que piensa como pienso. A eso va, sin tiempo de esperar al discreto comisionado que tengo en estos instantes en la Habana, comenzando a tener en junto todos los hilos que andan sueltos. Porque yo quería, General, enviar a Vd. más cosas hechas.

Va Crombet a decirle lo que ha visto, que es poco en lo presente visible, y mucho más en lo invisible y en lo futuro. Va en nombre de los hombres juiciosos de la :Habana y el Príncipe y en el de Don S. Cisneros, y en mi nombre, a preguntarle si no cree Vd. que esas que llevo precipitadamente escritas deben ser las ideas capitales de la reaparición, en forma semejante a las anteriores, y adecuada a nuestras necesidades prácticas, del partido revolucionario. Va a oír de Vd. si no cree que esos que le apunto son los peligros reales de nuestra tierra y de sus buenos servidores. Va a saber previamente, antes de hacer manifestación alguna pública,-que pudiera aparecer luego presuntuosa, o desmentida por los sucesos-si Vd. cree oportuno y urgente que el país vea surgir como un grupo compacto, cuerdo y activo a la par que pensador, a todos aquellos hombres en cuya virtud tiene fe todavía. Va a saber de Vd. si no piensa que esa es la situación verdadera, esa la necesidad ya inmediata, y ese, en rasgos generales, el propósito que puede realzar, acelerar sin violencia, acreditar de nuevo, y dejar en mano de sus guías naturales e ingenuos la Revolución. Ni debe ésta ir a otro país, General, ni a hombres que la acepten de mal grado, o la comprometan por precipitarla, o la acepten para impedirla, o para aprovecharla en beneficio de un grupo o una sección de la Isla.

Ya se va el correo, y tengo que levantar la pluma que he dejado volar hasta aquí. Me parece, General, por lo que le estimo, que le conozco desde hace mucho tiempo, y que también me estima. Creo que lo merezco, y sé que pongo en un hombre no común mi afecto. Sírvase no olvidar que espero con impaciencia su respuesta, porque hasta recibirla todo lo demoro, y la aguardo, no para hacer arma de ella, sino con esta seguridad y contento interiores, empezar a dar forma visible a estos trabajos, ya animados, tenaces y fructuosos. Jamás debe cederse a hacerlo pequeño por no parecer tibio o desocupado; pero no debe perderse tiempo en hacerlo grande.

¿Cómo puede ser que Vd. que está hecho a hacerlo, no venga con toda su valía a esta nueva obra? Ya me parece oír la respuesta de sus labios generosos y sinceros. En tanto, queda respetando al que ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz,

su amigo y estimador

José Martí

CARTAS DE JOSÉ MARTÍ A MÁXIMO GÓMEZ Y ANTONIO MACEO DEL 20 DE JULIO DE 1882 y Maceo


Retrato al óleo de José Martí, del pintor sueco Herman Nor
CARTA A MÁXIMO GÓMEZ
N. York, 20 de julio 1882.
Sr. Gral. Máximo Gómez.–
Sr. y amigo:
El aborrecimiento en que tengo las palabras que no van acompañadas de actos, y el miedo de parecer un agitador vulgar, habrán hecho, sin duda, que V. ignore el nombre de quien con placer y afecto le escribe esta carta. Básteme decirle que, aunque joven, llevo muchos años de padecer y meditar en las cosas de mi patria; que ya después de urdida en N. York la segunda guerra, vine a presidir, más para salvar de una mala memoria nuestros actos posteriores que porque tuviese fe en aquellos, el Comité de N. York; y que desde entonces me he ocupado en rechazar toda tentativa de alardes inoficiosos y pueriles, y toda demostración ridícula de un poder y entusiasmo ficticios, aguardando en calma aparente los sucesos que no habían de tardar en presentarse, y que eran necesarios para producir al cabo en Cuba, con elementos nuevos, y en acuerdo con los problemas nuevos, una revolución seria, compacta e imponente, digna de que pongan mano en ella los hombres honrados. La honradez de V., General, me parece igual a su discreción y a su bravura. Esto explica esta carta.
Quería yo escribirle muy minuciosamente sobre los trabajos que llevo emprendidos, la naturaleza y fin de ellos, los elementos varios y poderosos que trato ya de poner en junto, y las impaciencias aisladas, bulliciosas y perjudiciales que hago por contener. Porque V. sabe, Gral., que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla.–Pero mi buen amigo Flor Crombet sale de N. York inesperadamente, antes de lo que teníamos pensado que saliese: y yo le escribo, casi de pie y en el vapor, estos renglones para ponerle en conocimiento de todo lo emprendido, para pedirle su cuerdo consejo, y para saber si en la obra de aprovechamiento y dirección de las fuerzas nuevas que en Cuba surgen ahora, sin el apoyo de las cuales es imposible una revolución fructífera, y con las cuales será posible pronto,–piensa V. como sus amigos, y los míos, y los de nuestras ideas piensan hoy.–Porque llevamos ya muchas caídas para no andar con tiento en esta tarea nueva. El país vuelve aún los ojos confiados a aquel grupo escaso de hombres que ha merecido su respeto y asombro por su lealtad y su valor: importa mucho que el país vea juntos, sensatos, ahorradores de sangre inútil y preveedores de los problemas venideros, a los que intentan sacarlo de su quicio, y ponerlo sobre quicio nuevo.–Por mi parte, General, he rechazado toda excitación a renovar aquellas perniciosas camarillas de grupo de las guerras pasadas, ni aquellas jefaturas espontáneas, tan ocasionadas a rivalidades y rencores: sólo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado, aparezcan unidos por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable, todos aquellos hombres abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tengan modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa,–y de cambiar en la hora precisa la palabra por la espada.
Yo estaba esperando, Señor y amigo mío, a tener ya juntos y de la mano algunos de los elementos de esta nueva Empresa. El viaje de Crombet a Honduras, aunque precipitado ahora, es una parte de nuestros trabajos, y tiene por objeto, como él explicará a V. largamente, decirle lo que llevamos hecho, la confianza que V. inspira a sus antiguos Oficiales, lo dispuestos que están ellos–aun los que parecían más reacios–a tomar parte en cualquier tentativa revolucionaria, aun cuando fuera loca, y lo necesitados que estamos ya de responder de un modo oíble y visible a la pregunta inquieta de los elementos más animosos de Cuba, de los cuales muchos nos venían desestimando, y ahora nos acatan y nos buscan. Antes de ahora, Gral., una excitación revolucionaria hubiera parecido una pretensión ridícula, y acaso criminal, de hombres tercos, apasionados e impotentes: hoy, la aparición en forma serena y juiciosa de todos los elementos unidos del bando revolucionario, es una respuesta a la pregunta del país. Esperar es una manera de vencer. Haber esperado en esto,–nos da esta ocasión, y esta ventaja. Yo creo que no hay mayor prueba de vigor que reprimir el vigor. Por mi parte, tengo esta demora como un verdadero triunfo.
Pero así como el callar hasta hoy ha sido cuerdo, el callar desde hoy sería imprudente. Y sería también imprudente presentarnos al país de otra manera que de aquella moderada, racional y verdaderamente redentora que espera de nosotros. Ya llegó Cuba, en su actual estado y problemas, al punto de entender de nuevo la incapacidad de una política conciliadora, y la necesidad de una revolución violenta. Pero sería suponer a nuestro país un país de locos, exigirle que se lanzase a la guerra en pos de lo que ahora somos para nuestro país–en pos de un fantasma.–Es necesario tomar cuerpo y tomarlo pronto, y tal como se espera que nuestro cuerpo sea. Nuestro país abunda en gente de pensamiento,–y es necesario enseñarles que la Revolución no es ya un mero estallido de decoro, ni la satisfacción de una costumbre de pelear y mandar, sino una obra detallada y previsora de pensamiento. Nuestro país vive muy apegado a sus intereses,–y es necesario que le demostremos hábil y brillantemente que la Revolución es la solución única para sus muy amenazados intereses. Nuestro país no se siente aún fuerte para la guerra,–y es justo, y prudente, y a nosotros mismos útil, halagar esta creencia suya, respetar este temor cierto e instintivo, y anunciarle que no intentamos llevarle contra su voluntad una guerra prematura, sino tenerlo todo dispuesto para cuando él se sienta ya con fuerzas para la guerra. Por de contado, Gral., que no perdonaremos medios de provocar naturalmente esta reacción. Violentar el país sería inútil. Y precipitarlo sería una mala acción. Puesto que viene a nosotros, lo que hemos de hacer es ponernos en pie para recibirlo.–Y no volver a sentarnos.
Y aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por todos los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, sienten tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente. Pero como esa es la naturaleza humana, no hemos de ver con desdén estoico sus tentaciones, sino de atajarlas.
¿A quién se vuelve Cuba, en el instante definitivo, y ya cercano, de que pierda todas las nuevas esperanzas que el término de la guerra, las promesas de España, y la política de los liberales le han hecho concebir? Se vuelve a todos los que le hablen de una solución fuera de España. Pero si no está en pie, elocuente, erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus proyectos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país–¿a quién ha de volverse, sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces? ¿cómo evitar que se vayan tras ellos todos los aficionados a una libertad cómoda, que creen que con esa solución salvan a la par su fortuna y su conciencia? Ese es el riesgo grave. Por eso es llegada la hora de ponernos en pie.
A eso iba, y va, Flor Crombet a Honduras. Querían hacerle picota de escándalo, y base de operaciones ridículas. El tiene noble corazón, y juicio sano, y creo que piensa como pienso. A eso va, sin tiempo de esperar al discreto comisionado que tengo en estos instantes en La Habana, comenzando a tejer en junto todos los hilos que andan sueltos. Porque yo quería, Gral., enviar a V. más cosas hechas.
Va Crombet a decirle lo que ha visto, que es poco en lo presente visible, y mucho más en lo invisible y en lo futuro. Va en nombre de los hombres juiciosos de La Habana y el Príncipe y en el de D. S. Cisneros, y en mi nombre, a preguntarle si no cree V. que esas que llevo precipitadamente escritas deben ser las ideas capitales de la reaparición, en forma desemejante de las anteriores, y adecuada a nuestras necesidades prácticas, del partido revolucionario. Va a oír de V. si no cree que esos que le apunto son los peligros reales de nuestra tierra y de sus buenos servidores. Va a saber previamente, antes de hacer manifestación alguna pública–que pudiera parecer luego presuntuosa, o desmentida por los sucesos–si V. cree oportuno y urgente que el país vea surgir como un grupo compacto, cuerdo, y activo a la par que pensador, a todos aquellos hombres en cuya virtud tiene fe todavía. Va a saber de V. si no piensa que esa es la situación verdadera, esa la necesidad ya inmediata, y ese, en rasgos generales, el propósito que puede realzar, acelerar sin violencia, acreditar de nuevo, y dejar en mano de sus guías naturales e ingenuos la Revolución.–Ni debe esta ir a otro país, Gral., ni a hombres que la acepten de mal grado, o la comprometan por precipitarla, o la acepten para impedirla, o para aprovecharla en beneficio de un grupo o una sección de la Isla.
Ya se va el correo, y tengo que levantar la pluma que he dejado volar hasta aquí. Me parece, General, por lo que le estimo, que le conozco desde hace mucho tiempo, y que también me estima. Creo que lo merezco, y sé que pongo en un hombre no común mi afecto. Sírvase no olvidar que espero con impaciencia su respuesta, porque hasta recibirla todo lo demoro, y la aguardo, no para hacer arma de ella, sino con esta seguridad y contento interiores, empezar a dar forma visible a estos trabajos, ya animados, tenaces y fructuosos. Jamás debe cederse a hacer lo pequeño por no parecer tibio o desocupado;–pero no debe perderse tiempo en hacer lo grande.
¿Cómo puede ser que Vd., que está hecho a hacerlo, no venga con toda su valía a esta nueva obra? Ya me parece oír la respuesta de sus labios generosos y sinceros. En tanto, queda respetando al que ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz–
Su amigo y estimador
José Martí
324 Classon Avenue
Brooklyn L. I.
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CARTA A ANTONIO MACEO
N. York, 20 de julio de 1882
Sr. Gral. Antonio Maceo
Sr. y amigo:
La súbita salida de mi amigo Flor Crombet no me deja tiempo para explicar a V. con la claridad y minuciosidad que deseo la importancia y estado actual de los trabajos recientemente emprendidos para rehacer las fuerzas revolucionarias, mover en Cuba de un modo unánime y seguro los ánimos en nuestro sentir, y preparar en el exterior, con la unión cariñosa y conducta juiciosa de los bravos y buenos en quienes aún tiene fe Cuba, una guerra rápida y brillante que pueda ser siempre tenida como un honor, y no como un delito, por los que tienen parte en ella. -No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que V. -Ni comprendería yo que se tratase de hacer, -como ahora trato y tratan tantos otros,- obra alguna seria en las cosas de Cuba, en que no figurase V. de la especial y prominente manera a que le dan derecho sus merecimientos. No puedo entrar, mal que me pese, por falta de tiempo, a explicar a V. cómo es forzoso,-ya que a despecho nuestro se han creado en Cuba después de la guerra elementos que no son nuestros- traerlos hábilmente a nuestro lado, pto. que ahora muestran deseos de venir; y aprovecharnos de ellos, ya que prescindir fuera, sobre injusto, imposible.-No puedo entrar a explicarle cómo, inquieto ya de nuevo el país, y vueltos sus ojos a los que hayan de ser sus salvadores, busca otra vez a sus constantes defensores, que andan hoy fuera de habla, tan grandes como silenciosos, apartados, aislados, y por esto impotentes. Mientras no llamaba el país, parecía un acto de insensatez y violencia forzarlo a verter una sangre que se negaba a verter. Pero cuando el país llama, es necesario responderle, so pena de que olvide -con justicia- a los que no le responden, y llame a otros que le parezcan mejores. -No tengo tiempo de explicarle cómo ya se reúnen sin esfuerzo al grupo revolucionario activo, los revolucionarios arrepentidos, y los nuevos hombres de Cuba que creyeron que podían prescindir de la Revolución. Ni tengo tiempo de decirle, General, cómo a mis ojos no está el problema cubano en la solución política, sino en la social, y cómo esta no puede lograrse sino con aquel amor y perdón mutuos de una y otra raza, y aquella prudencia siempre digna y siempre generosa de que sé que su altivo y noble corazón está animado. Para mí es un criminal el que promueva en Cuba odios, o se aproveche de los que existen. Y otro criminal el que pretenda sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y prudente que ha sido ya bastante desgraciada. -No puede V. imaginar, la especialísima ternura con que pienso en estos males, y en la manera, no vociferadora, ni ostensible,-sino callada, activa, amorosa, evangélica de remediarlos. Tendría, General Maceo, placer vivísimo en que, en vez de escribirle yo estas cosas frías, las hablásemos. Estimo sus extraordinarias condiciones, y adivino en V. un hombre capaz de conquistar una gloria verdaderamente durable, grandiosa y sólida.
En carta siguiente le explicaré todo lo que llevamos hecho, y pensamos hacer, que gira todo sobre eso que le llevo dicho, y en respuesta a lo cual, y a lo que Flor Crombet tiene encargo de explicarle, espero que me diga si no aplaude y comparte estas ideas, y esta reaparición de manera seria y ordenada,-de todos los hombres importantes, y verdaderamente fieles, de nuestra causa, sincera y calurosamente reunidos, sin necesidad de jurar obediencia ciega a un grupo aislado o a un hombre solo, para aprovechar con cordura y sin demora los elementos ya hirvientes, y cada día más imponentes, de la guerra en Cuba. Mucho va ya hecho. Mucho se desea esta reaparición formal y pública. Pero yo he venido conteniendo, por mi parte, todo trabajo aislado y pequeño que no responda a la obra grandiosa que esperan de nosotros. Heroicos hemos de parecer, puesto que nos quieren heroicos. Si nos ven de menor tamaño que aquel de que esperan vernos-esto será como darnos muerte.-Mas yo no estimo legal ni poderosa, por mucho que la soliciten y la apoyen, manifestación alguna revolucionaria, que no lleve el asentimiento, y vaya aconsejada y dirigida, de los hombres valerosos y buenos que han adquirido este especial derecho con sus méritos. Imagine V. si aguardaré con impaciencia,-teniendo que enfrenar a los impacientes, y a los que creen que con callar se pierde ya tiempo precioso,-la respuesta de V. acerca de estos pensamientos que le muestro, y de su opinión sobre esta nueva forma de nuestra obra, encaminada hoy a preparar activa y racionalmente, con toda la firmeza,-y habilidad que requiere problema tan grave y cosa tan extraordinaria, el modo de crear, por una guerra pronta de triunfo posible, un país en que, a pesar de estar muy trabajado de odios, entren desde su fundación a gozar de verdaderos derechos, y en verdaderas condiciones de larga y quieta vida, todos sus diversos elementos.-Yo sé que no está V. cansado de hacer cosas difíciles. Y que su juicio claro no se ofusca como el de la gente vulgar, y abarca toda la magnitud de nuestra tarea y de nuestra responsabilidad.-
Tal vez, por mi odio a la publicidad inútil, ignore V. quien le escribe esta carta. Flor Crombet se lo dirá. Y yo le digo que se la escribe un hombre que sabe cuanto V. vale, y lo tiene en tanto.
Con impaciencia espera su respuesta, y queda afectuosamente a sus órdenes-
su amigo y servidor,
José Martí
324 Classon Avenue, Brooklyn, L. I.

Por el natalicio de José Martí, el Apóstol

José Martí

(José Julián Martí Pérez; La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) Político y escritor cubano, destacado precursor del Modernismo literario hispanoamericano y uno de los principales líderes de la independencia de su país. Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos económicos, a la edad de doce años José Martí empezó a estudiar en el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación.

José Martí
El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la Guerra de los Diez Años y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó la gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después una revista, La Patria Libre, que contenía su poema dramático Abdala.
A los diecisiete años José Martí fue condenado a seis años de cárcel por su pertenencia a grupos independentistas; realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto. Deportado a España, en este país publicó su primera obra de importancia, el drama La adúltera. Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza.
Durante sus años en España surgió en él un profundo afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó por instalarse en México.
Allí se casó con la cubana Carmen Sayes Bazán y, poco después, gracias a la paz de Zanjón, que daba por concluida la Guerra de los Diez Años (1868-1878), se trasladó a Cuba. Deportado de nuevo por las autoridades cubanas, temerosas ante su pasado revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a la actividad política y literaria.
Desde su residencia en el exilio, José Martí se afanó en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se convirtió entonces en el máximo adalid de la lucha por la independencia de su país.
Dos años más tarde, tras entrevistarse con el generalísimo Máximo Gómez, logró poner en marcha un proceso de independencia. Pese al embargo de sus barcos por parte de las autoridades estadounidenses, pudo partir al frente de un pequeño contingente hacia Cuba. Fue abatido por las tropas realistas cuando contaba cuarenta y dos años. Martí es, junto a Simón Bolívar y José de San Martín, uno de los principales protagonistas del proceso de emancipación de Hispanoamérica.
La poesía de José Martí
Además de destacado ideólogo y político, José Martí fue uno de los más grandes poetas hispanoamericanos y la figura más destacada de la etapa de transición al Modernismo, que en América supuso la llegada de nuevos ideales artísticos. Como poeta se le conoce por Versos libres (1878-1882, publicados póstumamente); Ismaelillo (1882), obra que puede considerarse un adelanto de los presupuestos modernistas por el dominio de la forma sobre el contenido; y Versos sencillos (1891), un poemario decididamente modernista en el que predominan los apuntes autobiográficos y el carácter popular.

José Martí
Escritos en su mayor parte en 1882, los poemas de Versos libres no vieron la luz hasta su publicación póstuma en 1913, muchos años después de su muerte. El propio Martí calificó esos versos de "endecasílabos hirsutos, nacidos de grandes miedos, o de grandes esperanzas, o de indómito amor de libertad, o de amor doloroso a la hermosura".
El tono fuerte y áspero de este volumen, por el que Martí proclamaba su propia preferencia, impresionó vivamente a Miguel de Unamuno, cuyos juicios serían el punto de partida de la valoración de la obra. Su fuerza vibratoria, tanto formal como en los contenidos, se hace evidente en composiciones como "Poética", "Mi poesía" o Cuentan que antaño", en las que se sirvió de un lenguaje vigoroso y oscuro, por momentos incluso pasional.
La poesía de José Martí se funda en una visión dualista de la humanidad: realidad e idealismo, espíritu y materia, verdad y falsedad, conciencia e inconsciencia, luz y oscuridad. Los poemas de Ismaelillo (1882), libro dedicado a su hijo, son un ejemplo de ello: la debilidad y la inocencia del niño son su fuerza.
En Versos sencillos (1891), José Martí expresa el sentimiento que le despierta la alegría de la naturaleza y el mal de la civilización. El sufrimiento y el temor al paso del tiempo también fueron elementos frecuentes en su lírica, donde se advierte un acercamiento al romanticismo que muchos críticos han considerado superior al de otros de sus contemporáneos. En A mis hermanos muertos el 27 de noviembre (1872), publicado durante su destierro en España, Martí dedica sus versos a los estudiantes muertos en una masacre acaecida en aquella fecha.
Obra en prosa
Su única novela, Amistad funesta, también llamada Lucía Jérez y firmada con el pseudónimo de Adelaida Ral, fue publicada por entregas en el diario El Latino-Americano entre mayo y septiembre de 1885; aunque en su argumento predomina el tema amoroso, en esta obra de final trágico también aparecen elementos sociales. Entre sus obras dramáticas destacan Abdala (1869), drama simbólico en un acto y en octosílabos, La Adúltera (1873) y Amor con amor se paga (1875), también en verso y estrenado en México.

José Martí
La prosa de Martí se vio influida por la obra del norteamericano Ralph Waldo Emerson, para quien la palabra debía ser tan elocuente como poética e intensa dentro de un discurso sencillo y conciso. Era consciente, como acaso sólo lo fueron los modernistas inmediatamente posteriores a él, de todas las posibilidades del lenguaje, y consideraba que sus recursos estaban íntimamente ligados a las cualidades humanas del pueblo, que en última instancia era quien los inventaba.
Tanto la prosa como la poesía de Martí resultan inseparables de su biografía; él mismo declaró que eran parte indiscutible de su máxima preocupación, que no era otra que la política. Personalidad optimista, sus opiniones sobre el hombre, la poesía o la sociedad son aspectos que aparecen en sus obras al servicio de unas concepciones que tenían siempre al ser humano como centro. A largo plazo su objetivo era la mejora de la humanidad, pero a corto plazo lo era la liberación de Cuba, a la que dedicó todos sus esfuerzos.
Por ello, su producción en prosa fue en su mayor parte funcional, como sus ensayos sobre Bolívar, San Martín o el general Páez, en relación a los héroes del pasado, y sobre el general Gómez, Walt Whitman o Emerson entre los contemporáneos; en tales textos, que constituyeron lo mejor de su prosa, exaltó las cualidades de personajes que admiraba. Dentro de la primera edición de sus obras completas, el volumen titulado Norteamericanos reunió póstumamente sus estudios sobre figuras del norte; otros dos volúmenes, bajo el título Nuestra América, contienen los trabajos de Martí consagrados a estudiar aspectos de la vida, la cultura y la historia de la América hispana. En ellos expresó su mensaje americanista y resumió su precursora teoría de la debilidad de las naciones hispánicas, en las que existía un enorme abismo entre las clases dirigentes e intelectuales y el pueblo.

Cronista y crítico excepcional, hizo de muchos de sus textos auténticos ensayos, algunos de carácter revolucionario como El presidio político en Cuba (1871), reflejo de gran fuerza lírica de su condena a trabajos forzados en el que denuncia las penurias que sufrían los independentistas. Cabe destacar también La República Española ante la Revolución Cubana (1873) y Cuba y los Estados Unidos (1889), refutación de los ataques de la prensa norteamericana a los patriotas cubanos, así como El Manifiesto de Montecristi o su Diario de campaña.
También fundó una revista para niños, La Edad de Oro (1889), publicada en Nueva York y en la que aparecieron los cuentos Bebé y el señor Don PomposoNené traviesa y La muñeca negra. Íntegramente redactada por Martí, esta publicación muestra una serie de aspectos de su personalidad y constituye también una demostración de cómo supo anticiparse a muchas conquistas de la pedagogía moderna: una vez más, puso de relieve en esos escritos su preocupación por las normas de justicia y dignidad humanas, que debían cultivarse en el niño desde su más tierna edad.
José Martí colaboró a lo largo de su vida en innumerables publicaciones de distintos países, como La Revista VenezolanaLa Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires o la Revista Universal de México. Sus Obras completas (que en la edición de 1963-1965 constan de veinticinco volúmenes) incluyen asimismo un nutrido epistolario (sus cartas, también reveladoras de su singular personalidad, han merecido excepcionales comentarios) y numerosos discursos, muchos de ellos dedicados a enardecer el sentimiento patriótico de los cubanos que radicaban como él en la emigración, llamándolos al esfuerzo común gracias al cual se lograría la independencia de la patria.
Fuente: Biografías y vidas

viernes, 27 de enero de 2017

They left Cuba to stay stranded on another island

By Yoani Sanchez 
A group of Cubans detained in Trinidad and Tobago by immigration authorities.  (Courtesy)
A group of Cubans detained in Trinidad and Tobago by immigration authorities. (Courtesy)
They left Cuba before January 12 and are now stranded on the island of Trinidad and Tobago, northeast of Venezuela. They arrived with the advantage of not needing a visa, but they have lost hope of reaching the borders of the United States after the cancellation of the policy of dry feet / wet feet.
Unofficial figures estimate that more than a thousand Cubans have arrived in Trinidad and Tobago waiting to be able to leave for the United States. Some received refugee status at the time conferred by the Office of the United Nations High Commissioner for Refugees (UNHCR), but have difficulty obtaining a work permit.
Recently 15 Cubans detained in Trinidad and Tobago for being undocumented, including 12 men and 3 women, stated that they preferred death rather than return to their country
Zenaida, a fictitious name, still has a son in Cuba and fears to give his real identity to accompany the story that has lived in recent months, but the desire to tell what happened sometimes has something of reckless.
"The voice that they are giving asylum has run, and if the immigration authorities do not turn back a considerable number, we would be many more." Those who are caught when their visa expires are sent to jail.
Recently  15 Cubans detained in Trinidad and Tobago for being undocumented immigrants, including 12 men and 3 women, stated that they preferred to die rather than return home. They are trapped on an island and trying to keep them from returning to another island.
Zenaida had a position in the Central de Trabajadores de Cuba (CTC), but was disillusioned with the official ideology. "Despite living the mass exodus of the 1990s, I never valued the possibility of leaving the country because I am very attached to the family and only daughter," he acknowledges.
His disagreements began since he was a member of the Communist Youth Union. "I realized that Robertico Robaina, our leader at the time, obeyed the principle of 'do what I say and not what I do.'" Zenaida worked in a poultry farm and one day discovered "a great embezzlement of birds where the invoices were falsified". In confronting the people involved, he knew that among the embezzlers was even the general director of the company. Frustration washed over her.
He decided to attend the political school to leave behind the poultry farm. "I could not imagine going from one hell to another." After witnessing the opportunism and double standards of many of his colleagues, the little faith left in the system was completely cracked.
" I requested the release of my office after witnessing an outrage to which he was subjected opposition Jorge Luis Garcia Perez Antunez and his family , " she tells 14ymedio . "That was the trigger to decide not to continue in that place."   
"I started working secretly on my aunt's palate, where they offered me 100 CUC and paid me the amount of my passport if I traveled to Trinidad for seven days to import clothes," he says.
But the fate of the mule twisted when at Havana airport greeted and chatted with the author of this text . One of the women who traveled with her returned to Cuba earlier and told the neighbors that Zenaida was "human rights." "Small town hell big, the news ran like gunpowder and even my husband was quoted by State Security."   
"My mother and my child were also questioned about my behavior," he says. "I was aware of the consequences I would have to face if I returned to Cuba."
"There are families stranded waiting for a host country more than two years ago. I think the world is not aware of the drama that the Cubans are experiencing"
He handled political asylum and now his legal situation is complex. "Immigration withdrew my passport and they gave me a letter that they call supervision order that allows me free transit through the country but that does not allow me to work." Zenaida has to work secretly to survive. "I do it under my responsibility and doing the hardest cleaning jobs the natives reject."
For the moment he receives some help from a Catholic organization, Living Water Community, which consists of a food bill that includes rice, sugar, grains, flour, toilet paper, soap and some clothing donated by other people.
After some time you will have your first interview with the representatives of the UN and only then you can obtain refugee status. "There are families stranded waiting for a host country more than two years ago. I think the world is not aware of the tragedy that Cubans are experiencing," said Zenaida.
Although Zenaida has been optimistic since meeting with her husband and celebrates not being alone, her feelings are contradictory regarding the emigration "I do not know if we live in a limbo but only now I know that fleeing does not solve anything.We leave our customs, our relatives And our roots to clash with the harsh reality of the immigrant.We will only be free when we do not cross jungles and seas in search of an answer that only inside we have. And he concludes with regret: "What a pity that only now I realized all this!".
Fente: 14ymedio

Cubans stranded in Latin America ask for help from Trump


161 people were deported from Tapachula in the last week to Havana.  (Capture)
161 people were deported from Tapachula in the last week to Havana. (Capture)
While Donald Trump signed the documents in Washington for the construction of the wall that will separate the US from Mexico, 70 Cuban migrants were deported to the island from Tapachula, in the state of Chiapas. Dozens of Cubans demonstrated in the city Tuesday to ask for help from President Donald Trump.
According to the migrants, who are just being organized, there are more than 400 Cubans stranded in that state bordering Guatemala.
Almost a week after its inauguration, the US president has not spoken about the fate of the thousands of Cubans stuck in several Latin American countries.

According to Mexican press reports, Amanda Soler, a Cuban-American activist managed to get the Mexican government to grant her a temporary residence for Cubans stranded in Nuevo Laredo.
Only in Nuevo Laredo there are about 300 Cubans waiting for a measure of Trump that allows their entry into the US after the repeal of the policy of dry feet / wet feet that for more than a decade allowed the automatic entry of Cubans who stepped on US Territory.
"We asked for it and beg it with all our soul, let us pass," some of the protesters said Tuesday night. Most of these migrants did not enter the XXI Century Migrant Station in Tapachula, where 161 people were deported to Havana last week.
All of them were waiting to obtain the office of departure, but the Cuban consulate in Mexico recognized them as nationals and authorized their repatriation.
According to the migrants, more than 180 Cubans are still detained and could be deported in the next few hours.
"What happens bother Obama Is That With The Cubans Because They preferred to Trump, " Said another young migrant to 14ymedio , trying to Explain the sudden change of policy of the White House. 
The situation of other hundreds of Cubans dispersed by countries of the region also seems to be complicated.
In Panama, the Caritas shelter housing Cubans have seen an increase in the number of refugees from 70 to more than 200. According to Victor Luis Berrio, who is in charge of that institution, the situation is complicated in the border area where the National Border Service is allowing the Cubans to enter.
According to the migrants, it is not even possible to cross within the framework of Operation "Controlled Flow", which was humanitarian aid to those who were going to the United States.
"Several Cubans have been returned to Colombia," said Berrio, adding that the nation's bishops are aware of the humanitarian drama and are making efforts to help migrants.

In Colombia hundreds of doctors deserting "internationalist" missions in third countries are waiting for their admission to the Cuban Medical Professional Parole (CMPP), a program established by President George Bush in 2006 to assist health professionals Cubans who decide to leave government guardianship and seek Asylum in the United States.
So far, about 20 visas have been issued to health personnel since Obama repealed the program. In the last ten years, more than 8,000 Cuban professionals escaped to the United States through the CMPP.
In the border regions between Colombia and Panama dozens of Cubans hope to continue their trip to the United States.
According to Krüger Sarmiento, Director of Migration Colombia, more than 8,000 Cubans were deported last year, a figure well above that of 2015. The deportations from Colombia were mostly made to neighboring countries like Ecuador and Panama.
Source: 14ymedio